Montse Terrasa Palma
25.03.2020 | 02:45
Avalancha de pedidos. Es con lo que se ha encontrado la agrupación de cooperativas Camp Mallorquí al ofrecer venta y reparto de verduras y fruta hasta la misma puerta de las casas
El pasado jueves, Miquel Gual, presidente de la agrupación de cooperativas y payeses Camp Mallorquí, se levantó “hecho polvo” pensando en que esta crisis y el estado de alarma serían la puntilla final para su sector. “Puñetas, basta ya de autocomplacencia y de flagelarse”, reaccionó. Decidió que era el momento de hacer algo para mejorar la situación. Hoy, su iniciativa de vender y repartir a domicilio cestas de verduras y naranjas ha colapsado el canal de pedidos de la organización y la respuesta de la población les ha desbordado hasta el punto de tener que pedir refuerzos de personal. Tienen en espera miles de comandas y en un solo día repartieron las 200 primeras cestas.
Seguramente le habrá llegado por redes sociales el anuncio de Camp Mallorquí, en el que proponen llevar hasta su casa una cesta de 10 kilos de verdura de temporada por 15 euros, o una cesta de naranjas de Sóller, también por ese mismo precio. Además, con cada caja de hortalizas, el cliente recibe una botellita de aceite, una bolsa de almendra de Mallorca y leche de Menorca. Y si ha pensado que sí, que le convence la propuesta y el precio, igual está esperando que le confirmen su pedido. Como otras más de 2.000 personas, estima Gual, quien calcula que mañana podrán coger el ritmo de solicitudes que reciben tanto por correo electrónico como por whatsapp y darles salida o al menos contestación más rápidamente.
Las cajas de naranjas se preparan en Sóller y las de verdura en Mercapalma, desde donde salen las furgonetas cargadas para hacer el reparto diario.
La iniciativa se iba a poner en marcha esta semana y las entregas debían comenzar ayer. La verdura que se recogiese el lunes, se enviaría el martes, y así durante la semana.
Sin embargo, viendo el alud de pedidos que se iban acumulando, Gual llamó el domingo a algunos payeses para pedirles si podían empezar a recoger verduras y adelantar todo, para empezar con el reparto el lunes. Así lo hicieron.
“Fuimos capaces de repartir 200 cestas ayer [por el pasado lunes]. En estos momentos tenemos unos 600 pedidos procesados que irán saliendo entre hoy y mañana [por ayer y hoy] y más de 2.000 comandas”, explica el presidente de Camp Mallorquí.
La respuesta de la sociedad les ha colapsado. En cuestión de días, su página web ha recibido más de 600.000 visitas. Es tal la avalancha de pedidos que Camp Mallorquí ha contactado con transportistas autónomos por si querían hacer reparto de cestas.
“La gente necesita que alguien la quiera y nosotros que se reconozca nuestro trabajo”, resume Gual de esta situación.
El presidente de la agrupación de cooperativas y pequeños productores autónomos lamenta que desde hace muchas décadas, la payesía haya ido por un lado y la sociedad isleña por otro. “Desde los años 50 del siglo pasado, sistemáticamente la sociedad mallorquina se ha dedicado a cargarse la agricultura”, sostiene Gual. pero esta relación puede que esté cambiando en estos días de confinamiento, según el presidente de Camp Mallorquí, ya que “parece impotante comer sano” y el “redescubrir lo nostro, nuestra payesía, es un sentimiento más que una necesidad”.
Y con este nuevo escenario, “el mundo payés tiene que ser generoso y dar solución a su mundo hermano”, añade Gual. “Es momento de ser solidario, no de hacer dinero”, apostilla.
La respuesta de miles de personas que quieren sus productos ha sorprendido a los payeses. “No se lo acaban de creer”, explica Miquel Gual. De esta situación, el portavoz de Camp Mallorquí resalta que ha quedado demostrado “somos capaces de alimentar a nuestra gente”.
Por ello, Gual cree que “es el momento de reflexionar” y que se tiene que analizar “el reencuentro entre la payesía y la sociedad”.
Al hilo de esa reflexión y del temor que ha cundido entre los ciudadanos a quedar desabastecidos, por mucho que desde el Govern se asegurara que eso no iba a suceer, desde Camp Mallorquí se recuerda que hace justo un mes el matadero de Palma, donde se sacrifica el 85% de la carne de las explotaciones ganaderas de Mallorca, estaba en la cuerda floja. “El Ayuntamiento de Palma se planteaba cerrarlo por un déficit de 150.000 euros… ¿en serio? ¿Hoy todavía debe penar así el alcalde?”, plantea Miquel Gual.